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M.E.P. Educador, Escritor, Shéliaj Tzibur. Nació en Argentina y reside en Efrat. https://www.facebook.com/petasnymatias/

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21 jun 2010

IOM HAZIKARÓN 5770

Mi historia durante Iom Hazikarón - 19/04/2010

Me encontraba soñando cuando de repente un ruido desconocido provoco la interrupción de mi deleite onírico. El sonido provenía de un aparato electrónico que antiguamente se utilizaba para hablar por teléfono, hoy, sus múltiples usos me dificultan definir su utilidad, en resumen, se trataba de un aviso escrito (SMS) que me había enviado mi amor platónico, una bella jovencita extranjera. El mensaje traducido al español era algo como: “A las 19 horas, nos encontramos al lado de Aroma para ir a un acto. Yo no se si voy a ir”. Me sentí un poco desilusionado por su aparente ausencia, pero como el evento conmemoraba y honraba a aquellas personas que dieron su vida para que Israel continué existiendo, decidí que debía vestirme e ir a pesar de que no la vería. El trayecto al punto de encuentro fue corto, en el momento de mi llegada solo estaban dos personas, la madrija y un muchacho de seguridad. Las agujas de mi reloj continuaban girando hasta que escuche su dulce voz. Al final viniste, le dije, ella sonrió.

El tiempo avanzaba, de fondo una canción en castellano que se mezclaba con las conversaciones en francés y hebreo. Me encontraba admirándola hasta que creí escuchar a un músico conocido, levante la vista, observe detalladamente, era verdad, él estaba hablando con otro amigo hispanoparlante. Me acerque, lo salude y lo invite a acompañarnos, costo convencerlo, pero cuando le ofrecí dejar sus pertenencias en mi habitación, acepto.

Al retornar a un nuevo lugar de encuentro, nos encontramos con que la gente se había marchado. La llame, me dio su ubicación aproximada, llegamos y nuevamente no estaba. Pensé que sabía donde se encontraba, me dirigí a un colegio cercano, al llegar me desilusiono encontrarlo cerrado.

Espere que mi compañero de viaje culmine la conversación telefónica con su familia, y me alegre cuando me sugirió que continuemos caminando ya que hay otra escuela a pocas cuadras.
Personas uniformadas se encontraban en la puerta, armas, seguridad, nos revisaron y bajamos las escaleras, personas sentadas en las gradas de cemento, otras de pie esperando el comienzo, finalmente los encontramos.

No recuerdo la duración del homenaje, pero si que fue emotivo, que derrame lagrimas en recuerdo de jóvenes héroes que la ausencia de paz nos quito. Culminamos con la entonación del Hatikvá. Durante el camino de regreso, converse con mi amigo, el músico, sobre puntos de vista de la religión; y antes de llegar a mi habitación, arregle un nuevo encuentro con mi bella compañera de estudio. El día siguiente no comenzó como esperaba, habiendo llegado a una institución, luego de un viaje en colectivo, me dijeron que la persona que debía ayudarme se encontraba en su casa, otro edificio en el que precisaba ingresar, abriría dos horas después. Respire hondo, balbuceé unas cuantas maldiciones, y decidí regresar a mi hogar para desayunar. Disfrute del desayuno, mucho café y un poco de azúcar, compartiendo un partido de Risk, que no logre vencer, mientras la ropa se lavaba y mi computadora descargaba un nuevo episodio de una de las series que sigo. Afortunadamente, está se descargo, y logre regresar a mi casa con toda la ropa seca.

La alarma del celular anuncio el encuentro esperado, durante poco más de 1/12vo de día, tuve la oportunidad de conversar con Ella, sobre la tarea de psicología, Shakespeare, sus planes para el próximo día, y cuando la volvería a ver. Mi tristeza, producida por que debería pasar otro día sin su compañía, se incremento cuando recibí una critica constructiva, me desequilibro, pensé que era momento de regresar a la bebida, la catarsis con mis padres me recordó lo bueno que es la vida, y decidí que no valía la pena ir a emborracharme con gente conocida a fin de festejar Iom Haatzmauth. Habiéndoles avisado a quienes me habían invitado, arroje mi cuerpo cansado sobre el colchón de mi Shutaf, abrí la computadora, calenté unos Shnitzelim en el microondas, agregue un poco de kétchup al plato y comencé a desconectarme de la realidad a través de la visión de Bones, la serie que había descargado por la mañana. Minutos antes que el episodio finalizara, el brillo del monitor de la computadora disminuyo, el fluorescente del cuarto se apago, y solo se podía observar como flameaba el Ner Neshama. Tuve miedo, pensé que era otro suceso más que había sido planeado para torturarme, intente tranquilizarme, tome una linterna, abrí la puerta que se encontraba cerrada con llave y me dirigí a revisar el disyuntor y los fusibles, estos se hallaban en perfecto estado. Salí del edificio, solo las estrellas y la luna iluminaban el complejo universitario. La caminata hasta la salida donde se encontraba alguien de seguridad, fue interesante, cada tanto podía ver sombras que se movían, y al iluminarlas, se desvanecían y podía observar personas que intentaban, al igual que yo, resolver el enigma.

El hombre de seguridad, no sabía nada, me sugirió que le pregunte al Pakid Torán, tome mis documentos, y me dirigí a conversar con él. Toque un timbre, y descubrí que “el” era un “ella”, le plantee mi inquietud, me explico que lo sucedido era producto de una falla eléctrica, y aseguro que la electricidad volvería en pocas horas. Orgulloso de haber resuelto el indignante caso de la ausencia de luz artificial, retorne a mi hogar. Finalmente la luz volvió, y con ella el nuevo día, la esperanza, la llegada del Día de la Independencia de Israel.

M.E.P.

Matías Ezequiel Petasny