Mi mujer transita el octavo mes
de embarazo, culminamos el curso de preparto y nos estamos preparando para
recibir al nuevo miembro de la familia. Ella asiste a clases que la ayudaran en
su nueva especialidad mientras que paso el tiempo recaudando un sueldo que nos
permite alimentarnos.
Pienso en los futuros trámites burocráticos,
papeleo, apostillas, traducciones, pasaportes, pasajes, rituales religiosos,
pañales…
Deseo un Blackout, que se acaben
todos los sistemas, retomar el vínculo con la naturaleza.
Durante mi infancia, jugaba en terrenos
baldíos, trepaba árboles y techos, estaba fuera de casa. Al ir creciendo, me
aleje del “verde” y fui ingresando a un negro o brillante mundo tecnológico.
Juegos de mano (Tetrix, Gameboy, entre otros) consolas, computadoras, televisión
a color, teléfonos celulares, cámaras de fotos sin rollo (digitales), mp3, mp4,
Ipad y tablets.
BCI fue una experiencia que ayudo
en el deseo de salir de la ciudad, retornar a la naturaleza. Monte Hermoso y
Concordia reforzaron la idea de vivir fuera de las grandes ciudades de Argentina.
En Israel viví a las afueras de
Jerusalem, en una burbuja estudiantil que cambie por la tranquilidad de un
Kibutz en el desierto de la Arava. Los días fuera de la base militar, escalaba
montañas.
Una mujer cambio mi vida y
regrese a la ciudad, al trabajo renumerado. Juntos recorrimos ciudades y países
antes de retornar a Israel. Mudanzas después, nos instalamos en Efrat.
Efrat es similar a una ciudad
pero con menor población, se la denomina Consejo Local y tiene menos de veinte
mil habitantes. Pertenece al distrito de Judea y Samaria, ubicada al sur de
Jerusalem. Si bien no es un espacio libre de construcciones, podría afirmar que
la contaminación es reducida.